¿que eligirias, nariz o rodilla?

martes, 2 de febrero de 2010

CARLOS DIEZ DIEZ














CARLOS DIEZ DIEZ
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Si hay un diseñador que mueve masas entre el moderneo fashion ése es, sin duda, Carlos Díez porque a su desfile ‘no faltó ni el tato’: Julio Medem junto a sus musas Bebe y Elena Anaya, la Terremoto de Alcorcón, Pablo Rivero, Eva Amaral, diseñadores y demás ’socialités’ de la conocida como Removida madrileña.

Desde hace años, este vasco de pro con un aspecto a medio camino entre el Profesor Bacterio y un rabino judío, ha revolucionado un Cibeles que muchas veces peca de un exceso de fotocopia y falta de ideas. Sus propuestas, hasta ahora geniales, se han quedado en algo simplista y manido.

Principalmente ha definido tres líneas: camuflaje, plástico y peluche. El estampado militar hace tiempo que dejó de tener su gracia. Y las chaquetas de neopreno que desestructuraban los hombros también han podido verse en las armaduras-flor de Amaya Arzuaga este año, en la colección primavera-verano de Juanjo Oliva y, obviamente, en la de Ghesquière para Balenciaga.

Lo mismo sucede con la temática peluche que Díez presentó invadiendo pantalones, chaquetas y bufandas en color azafrán. Para quienes aún no sepan lo que es el mundo Furry, que piensen en una orgía en Disneyland París donde Winnie the Pooh se lo monta con el que hace de Rey León y el Oso Baloo. Este movimiento parece haber calado en el Cibeles de este año ya que también ha sido el denominador común de las propuestas de El Delgado Buil. Pero aquí es donde cabe nombrar a EBP, al que quizás ahora convendría revisar y darle un lugar más destacado puesto que fue precursor de este movimiento (con su colección Furry Fandom), y otros más, como la estética pixel.

En materia de complementos, Carlos sí que merece un 10 con unas revisitadas Converse en forma de botas de pescador. Las capas de murciélago y algunas piezas en tejido plástico brillante también se hacen con una buena nota pero, en general, se esperaba más del gamberro de la moda. Es lo que pasa con los genios, que cuando ponen el listón muy alto, cuesta mucho superarse.

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